La Batalla de Carabobo no ha terminado.

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Se aproxima la conmemoración de los 200 años de la Gran Batalla de Carabobo, la que dio el impulso a la Independencia total del imperio Español en toda América.

Apreciar en su justa dimensión el alcance de este rutilante triunfo, nos da la comprensión de la inmensa responsabilidad que la historia y nuestros padres libertadores nos legaron.

Para los Carabobeños de hoy, es un privilegio vivir y mantener en alto las banderas de los principios que dieron paso a esta gloriosa Batalla.

El Cmdt. en Jefe y Pdte. Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro ha designado una comisión especial, para que se organicen y ejecuten las obras y acciones pertinentes de cara a esta fecha. Nuestro Gobernador Rafael Lacava, será el coordinador en el terreno de esta celebración.

¡Vaya que orgullo estar vivo por esta fecha Bicentenaria!

Carabobo no es una fecha más, no fue una batalla más, no fue una escaramuza. CARABOBO fue la madre de las Batallas, que logró poner en fuga al más grande ejército que había salido de España, para conquistar nuestras tierras y arrasar con nuestros aborígenes.

En Carabobo converge el genio, militar, político y diplomático de Bolívar, con la garra de Páez, la valentía de Pedro Camejo, el arrojo de Farriar, la astucia de Muñoz, la lealtad de Salom, la diligencia de Diego Ibarra y la intrepidez de los carabobeños, llaneros, maracuchos y orientales que dieron la estocada al Mariscal La Torre y sellaron la Independencia de la Gran Colombia. Esa Gran Colombia que aún niegan, los mismos beneficiarios de esta gesta.

Un Ejército Español que nos superaba en hombres y armas, en ese millón de kilómetros cuadrados, que era la magnitud del teatro de operaciones en Venezuela y que concentró en las sabanas de Carabobo lo más granado de sus hombres, fue vencido y rendido por el genio, la táctica y la estrategia de Bolívar.

La moralización de las tropas patriotas inspiradas en el ejemplo, la constancia de Bolívar, el paso de los Andes, la victoria en Pantano de Vargas y Boyacá, se sentía moralmente superior a quienes nos dominaron por más de 300 años.

En Carabobo se rompió el maleficio de la sumisión y los hombres y mujeres de estas tierras empezaron a sentir lo que era la real libertad

¡Cómo no amar y conmemorar por siempre a Carabobo y sus vencedores!

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