Calico: la sigilosa empresa de Google que quiere extender la juventud… por muchos, muchos años

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Calico: la sigilosa empresa de Google que quiere extender la juventud… por muchos, muchos años

(Noticias kikirikí) ¿Qué pasaría si nuestro cuerpo tuviera un termostato como el de una casa, que si le subes la temperatura envejecerías más rápido y si la bajas te deteriorarías a un ritmo más lento?

¿Qué pasaría si lográramos descubrir dónde está ese termostato y pudiéramos vivir por cientos de años con la vitalidad y apariencia de alguien de 30?

Eso es lo que durante décadas ha estado descifrando la científica estadounidense experta en envejecimiento Cynthia Kenyon.

Si bien Kenyon no es la única científica renombrada en este campo, lo que la hace especial es su puesto como vicepresidenta de Calico, la empresa fundada hace cinco años por Google que cuenta con -literalmente- miles de millones de dólares para encontrar respuesta a uno de los misterios más grandes de la humanidad: el envejecimiento.

«Quizás sí existe ese termostato, y si podemos descubrir qué es y cómo controlarlo, entonces quizás podremos crear un fármaco que nos permita mantenernos jóvenes por más tiempo», le explica a BBC Mundo Kenyon en las oficinas de Calico, ubicadas en las afueras de San Francisco, Estados Unidos.

Calico tiene un halo de misterio. Antes de visitar su sede, otros científicos expertos en la materia no ocultaron su sorpresa al descubrir que teníamos acceso exclusivo a sus laboratorios.

Y no es de extrañar. En la fachada de este laboratorio de biotecnología no hay ni una señal que indique el tipo de empresa que es.

Al atravesar su entrada, un enorme péndulo de Foucault flanquea la segunda puerta con acceso restringido que da paso a los laboratorios y oficinas.

Cynthia aceptó hablar con nosotros con una condición: no podíamos hacer preguntas específicas sobre las áreas de investigación que la empresa de biotecnología está desarrollando.

«Aquí, la mitad de la empresa hace lo básico, ya sabes, investigar», responde Kenyon con una risa entrecortada, tras preguntarle por el tipo de trabajo que se realiza en Calico.

«Y yo voy a reuniones y a conferencias para hablar de mis pequeños gusanos y de las cosas maravillosas que les hemos hecho»

La oficina, o mejor dicho, el cubículo de paredes de vidrio de la experta se encuentra en la segunda planta de estos laboratorios.

No tiene más de dos metros cuadrados, cuenta con una mesita redonda y un escritorio elevado para trabajar de pie y de cara a un ventanal que ofrece la vista de los canales del polígono industrial donde se encuentra Calico.

La alfombra verde césped ayuda a crear la impresión de estar al aire libre.

¿Y si hay un botón mágico?

Cynthia ganó fama y reconocimiento gracias a un estudio pionero con un tipo de gusano de no más de 1mm de largo que vive en ambientes templados conocido como C. elegans.

Estos animalitos son ideales para el estudio del envejecimiento, pues tienen una vida de dos a tres semanas, son transparentes y es relativamente sencillo cambiar las funciones de sus genes.

Al deshabilitar parcialmente un solo gen, llamado daf-2, el equipo de Cynthia Kenyon logró duplicar la vida de estos gusanos.

«Con una sola acción todo el animal vivió dos veces más, y envejeció mucho más lento de lo normal», recuerda Kenyon.

«Esto fue realmente sorprendente, porque se suponía que no iba a suceder».

En otras palabras, hasta ese momento se pensaba que para retardar el envejecimiento uno quizás tendría que reprogramar uno a uno distintas partes del cuerpo como el cerebro, la piel, los órganos del cuerpo o los músculos.

«Es como si tuvieras una casa vieja que se está cayendo a pedazos y llamas a alguien y le dices ‘arregla mi casa’… Haces una sola llamada telefónica (para arreglarlo todo) eso fue lo que hicimos; una sola llamada», continúa Kenyon.

Así que la idea de que con cambiar un gen ya se podría ralentizar el envejecimiento fue un concepto totalmente nuevo en este campo de la investigación.

«En realidad lo fue. La gente empezó a decir ‘¡Dios mío! Si lo podemos lograr (con esto) entonces, tal vez, (se pueda) con las personas».

¿Y este su objetivo último, que alguien de 100 años tenga la vitalidad y apariencia de 50?

«Todo el mundo sabe que cada año que pasa en la vida de una persona, son como siete años en la vida de un perro. El tipo de cambio que estamos hablando aquí es como cambiar a un perro para que envejezca al ritmo de un humano», responde Kenyon.

«No es algo muy extremo, pero es como para que se te escape un ‘¡Dios mío!'».

Sin embargo, el reto está en lograr replicar en humanos lo obtenido en gusanos.

«Hay muchas razones para pensar que hay algo que puedes hacer por las personas, porque los humanos tienen la misma maquinaria en sus cuerpos, la misma maquinaria molecular que los animales», señala Kenyon.

«Así que si puedes cambiarlo en animales y así extender sus vidas es posible que lo puedas hacer en humanos».

«Ya estamos viviendo más (años), se podría decir que la evolución ya nos ha cambiado», reflexiona.

Muy callados

Cynthia no siempre se interesó por lo que pasaba al final de nuestras vidas.

Sus primeras investigaciones se centraron en averiguar qué mecanismos se activaban para que un óvulo fertilizado terminara formando un ser vivo.

«Lo que aprendimos fue muy interesante, nos dimos cuenta que los mismos genes que hacen que un huevo se convierta en un polluelo hacen que un óvulo fertilizado se convierta en un ratón».

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