Pueblo venezolano emerge por la sequía tras 30 años bajo el agua
Pueblo venezolano emerge por la sequía tras 30 años bajo el agua
(Noticias Kikirikí).-La sequía causada por El Niño descubrió las ruinas de Potosí, un pueblo enclavado en los Andes venezolanos que desapareció en los ochenta, sumergido por la construcción de un complejo hidroeléctrico en el norte del estado Táchira, fronterizo con Colombia.
A 1.185 metros sobre el nivel del mar, en el descampado donde alguna vez existió Potosí, se avistan la fachada de una Iglesia, los vestigios del cementerio y algunos bloques de lo que fueron viviendas, constataron.
El pequeño pueblo fue desalojado en 1984 para ceder espacio a la Central Hidroeléctrica Uribante-Caparo, que suministra energía a los estados andinos de Venezuela.
Pero poco a poco, ante la severa sequía de los últimos años, sobre todo en 2016, el embalse de la represa se fue secando.
Por tierra, los visitantes arriban a la entrada del embalse La Honda, la represa más antigua del complejo. Luego toman embarcaciones con capacidad para unas 7 personas, que surcan las aguas del dique durante 10 minutos hasta llegar a Potosí.
Durante los meses de sequía, los pobladores del norte tachirense visitan Potosí para acampar los fines de semana, e incluso celebrar bodas y bautizos, mientras algunas cabezas de ganado pastan en los predios.
Una nueva vida
Potosí se encuentra a casi 300 km de San Cristóbal, capital de Táchira, en la vía hacia Pregonero, el pueblo en el que fueron reubicados muchos de los habitantes desalojados por las obras de la hidroeléctrica.
Nacida en Potosí, Mireya Pérez era adolescente cuando el gobierno del entonces presidente Carlos Andrés Pérez ordenó la desocupación del poblado.
Visita las ruinas con frecuencia para «recordar dónde vivían los vecinos y dónde jugábamos cuando éramos niños», comentó.
Aunque el padre de Pérez cuidaba fincas y no era propietario de un terreno, las autoridades lo indemnizaron con un capital que le permitió comprarse una casa nueva en Pregonero y empezar una nueva vida.
«Cuando vimos que el agua nos llegaba a una distancia de casi 5 metros de la casa, entendimos que debíamos salir de Potosí. La compañía eléctrica nos convenció y sacamos lo poco que nos quedaba en una lancha y en helicóptero», recuerda.
Tras la evacuación, pasaron varios años para que el embalse se llenara y se terminaran las obras del complejo.
«A raíz de la primera inundación del embalse, en los 90, decidimos elevar la cruz que estaba sobre el campanario 2 metros para que pudiera apreciarse cuando el embalse estuviera en su máxima capacidad», contó P Genaro Rojas, un campesino de 60 años que nació en el pueblo y vive en San Cristóbal.