César Rengifo expresó en su pintura un gesto de amor hacia el pueblo
Noticias- Kikiriki.- En su temprana edad el artista plástico y dramaturgo César Rengifo, de quien se cumplirán este 14 de mayo 100 años de su natalicio, esbozó los primeros trazos con los que más adelante, en el momento de su madurez intelectual y política, expresaría su amor por la patria y su pueblo.
César Rengifo hizo sus primeros trazos en la Academia de Bellas Artes cuando apenas era un niño. Su ingreso se concretó luego de que su tutor José del Carmen Toledo, hombre al que el artista venezolano calificaría años más tarde como «un librepensador, un hombre de reír sabroso», notara en César un gran interés por las artes y también por la lectura, un hábito que comenzó a cultivar desde los cinco años de edad cuando ya sabía leer.
El investigador Jorge Nunes describe la obra pictórica de César Rengifo —compuesta por alrededor de 300 piezas— como el compromiso de transformar la vida y modificar la sociedad a través del lienzo y el color como trincheras.
«La obra plástica de Rengifo, al igual que su dramaturgia, no es más que una prolongación de esa fibra frenética que el amor por el país ha edificado en su epidermis», expresa Nunes al principio del libro Rengifo, material editado por la Galería de Arte Nacional.
César seguía una rutina muy estricta a la hora de pintar. Cada mañana se levantaba muy temprano, tomaba el desayuno siempre en cantidades muy menudas, pues era de poco comer, y se disponía, con absoluto compromiso y rigor, a desarrollar la idea que estuviera persiguiendo en ese momento. Era un excelente dibujante, resultado de una exhaustiva formación en la academia, y elegía los colores con sumo cuidado, siempre con el compromiso de dejar un trabajo impecable.
El resultado es palpable: César desarrolló una obra inspirada en el pueblo, y mostraba los tormentos y vicisitudes que durante años este debió librar, y sus protagonistas se reflejan en el campesino ahogado en la miseria que abandonó el campo en busca de dinero, la devastación que generó la guerra federal, el negro y el indígena que fue ultrajado por la colonización y las tradiciones venezolanas, en su mayoría degradadas por la moda y las costumbres extranjeras.
Cuando pintaba, además, a César le agradaba mucho conversar, por lo que estudiantes, amigos y demás seguidores entraban en su taller para dialogar con el creador, quien también realizó una amplia serie de ensayos y críticas de arte, donde dejó claramente planteado su interés de que cada vez más artistas plásticos desarrollaran una obra desde la identidad naciona, y no fueran una imitación de las corrientes extranjeras orientadas a replicar un arte universal, que en lugar de nacer desde lo humano eran más útiles como una herramienta de dominación.
«Una cosa es el universalismo sustentado por una concepción nueva de la vida, en lo material y en lo ético, y otra es el que trata de difundirse e imponerse para apuntalar la economía y el dominio de unos cuantos dueños y señores de la riqueza en el mundo. Por ello, es necesario desentrañar lo que se oculta bajo ese pretendido sentimiento universalista, tan alabado como necesidad política, cultural y artística», expresaba César en su artículo «Lo nacional en el arte», escrito en 1949 y compilado en el libro El arte y la cultura nacional, material publicado este año por el Fondo editorial de la Fundación para la Cultura y las Artes.

El muralismo mexicano
Una vez obtiene su diploma en la Academia de Bellas Artes —en 1936, cuando tenía 21 años de edad— César viaja a Chile con una beca de 300 bolívares mensuales que le había otorgado el Estado para realizar estudios más avanzados en la Escuela de Artes Aplicadas y la Escuela de Bellas Artes. Sin embargo, el viaje y los estudios en Chile no lo satisfacen, por lo que rechaza la beca y se traslada a México, en compañía de su amigo José Fabbiani Ruiz.
“Cuando Fabbiani y yo llegamos allí, inmediatamente contactamos a hombres notables de la realidad mexicana: no sólo en el campo artístico sino también en la política, y nos sumergimos en aquella atmósfera, nos dejamos devorar por una participación activa que nos permitió palpar directamente los grandes acontecimientos: la nacionalización del petróleo, la solidaridad con la República Española”, contó el artista en entrevista con el investigador Jesús Mujica.
En México, país donde se inicia en sus primeros pasos como comunista y trabaja en la elaboración de afiches y propagandas, César se impregna del muralismo mexicano, una corriente artística en la que intervenían creadores como Diego Rivera, y que mostraba en su arte el drama social y cultural que el país enfrentaba desde comienzos del siglo XX.
En entrevista con la Agencia Venezolana de Noticias, el investigador Félix Núñez, quien en la actualidad labora como curador en la organización de una exposición que la Galería de Arte Nacional mostrará este año a propósito de los 100 años del nacimiento de César, reflexionó con respecto a esta etapa de la vida del creador, que dio como resultado grandes obras que hoy embellecen las paredes de Caracas, una de ellas El mito de Amalivaca, mural de gran tamaño que se exhibe en la torre Sur del Centro Simón Bolívar.
“Su gran referente siempre fue el muralismo mexicano, pero un muralismo que una vez regresó de México, se empeñó por superar y mostrar desde un estilo muy personal”, contó Núñez, quien insistió en que la obra pictórica de César está estrechamente ligada a su obra teatral, ensayística y poética.
«El estilo de Rengifo era un estilo de síntesis de formas, era un estilo que estaba basado en un dibujo correcto, un estilo basado a veces en colores opacos, otras veces en colores luminosos, y era además un estilo donde se favorecía la utilización de campos de color en vez del abuso en cuanto al claroscuro y la perspectiva, más bien plenitud, cierto cambios grandes de color, utilización de colores planos y muy basado en el dibujo académico», señaló.
La pasión que César demostró en cada trazo siempre estuvo presente en toda su vida, una vida íntegramente dedicada a la creación y al compromiso que desde muy pequeño asumió como artista, un artista que creía en un arte en función de la humanidad, su autonomía y liberación.
«Debemos expresar a nuestro pueblo, su pasado, su presente y sus sueños de porvenir, sus grandes aspiraciones», decía César, quien también desarrolló una dramaturgia fuerte, liberadora y de gran inspiración.