(Noticias-Kikiriki).- Hendrikje van Andel-Schipper, quien murió a los 115 años de edad en el 2005, donó su cuerpo a la ciencia, lo que permitió a investigadores de Holanda y EEUU analizar sus células sanguíneas, reveló una clave para entender el secreto de la longevidad o esperanza de vida.
En el 2011, los científicos estudiaron el genoma de la anciana y con la información genética de sus glóbulos blancos, comprobaron que durante su larga vida sus leucocitos habían experimentado más de 400 cambios.
“Para nuestra sorpresa, nos encontramos con que en el momento de la muerte, la sangre periférica derivaba de dos únicas células madre hematopoyéticas activas”, señalan los investigadores. Asimismo aclaran que la médula ósea humana contiene unas 11.000 células madre hematopoyéticas, de las que 1.300 se dividen de manera activa y renuevan nuestras células sanguíneas.
Los científicos destacan que gran parte de las mutaciones en la sangre de la anciana, que a pesar de su edad estaba sana y conservó sus facultades mentales en perfecto estado hasta su muerte, fueron inofensivas.