Programa CCS PROTEGE en campaña contra el abuso sexual de Niños, Niñas y Adolescentes
El Programa Caracas Protege –adscrito al Sistema Municipal de Protección del Niño, Niña y Adolescente (SMPNNA) de la Alcaldía de Caracas–, tiene como fin la activación de Consejeros en materia de protección NNA (niños, ñiñas y adolescentes) en conjunto con sus vocerías parroquiales y consejos comunales). Así mismo, se trabaja con el servicio de Brigadas de Respuesta Oportuna (BRO), contando con un equipo profesional vía telefónica las 24 horas del día.
Entrevistamos al responsable de este programa, Reyner Herrera, quien ofrece sus apreciaciones: “En plena pandemia, estamos relanzando y reimpulsando el Programa CCS Protege. Contamos con un importante equipo de trabajo, presente en las 22 parroquias. La demanda es activa, con mucha receptividad en las comunidades, dispuestas a colaborar y exponer problemáticas existentes en materia de NNA. Parroquias como Antímano, El Recreo, Sucre, San Juan, 23 de Enero y La Vega, son las más demandadas en recepción de denuncias, atención, orientación, acompañamiento y seguimiento. Así mismo, estamos en la captación de las y los consejeros de protección (incorporando a los consejos comunales, en sus vocerías). Han recibido nuestro apoyo y muestran su sensibilidad con este programa”, recalca Herrera.
REIMPULSO COMUNICACIONAL DE CCS PROTEGE
Herrera insiste que se hace necesario y urgente la activación comunicacional del Programa CCS Protege, con el apoyo de los medios públicos, privados y alternativos; como también, las comunidades organizadas se involucren y fortalecerlas por la vía de las redes sociales y demás espacios de difusión. “Es la forma de dar a conocer el trabajo que realizamos. A través del hashtag #TeApoyamos buscamos conectarnos con diversos casos que competan a NNA”, señala.
RETOS DEL PROGRAMA CCS PROTEGE
Nuestro entrevistado hace un llamado a los padres (como a los profesionales en esta materia), garantizar una atención de calidad, oportuna y humanizada, a una población que ha sido vulnerada por la falta de políticas públicas eficientes. “Hay que solucionar los casos de violencia hacia nuestros NNA –y siguen latentes el abuso y acoso sexual–. Hay que trabajar con base en la prevención, concientización y formación en las comunidades.
Nuestros NNA son sujetos proclives de esa violencia y hay que actuar, en beneficio de su protección y sus derechos”.
La comunicación es prevención
Brindar atención a los niños/as y adolescentes víctimas de acoso y abuso sexual, es un tema preocupante. El Servidor Público del Sistema Municipal de Protección en NNA, debe tener empatía ante los innumerables casos y necesidades que atraviesan las comunidades y brindar las herramientas necesarias. De igual manera, hay que construir un modelo de servicio humanizado y de protección a la ciudadanía. Hay que situarse en el lugar del NNA, quienes sufren esa vulneración. Ese trabajador tiene que familiarizarse y sensibilizarse con ese ciudadano afectado. Además, debe ser garante de valores, de vocación y servicio, porque se trabaja con diversos sectores de la población.
Conversamos con la psicóloga clínica Marisela García (asesora del Programa CCS Protege), y brevemente narra su experiencia con estos casos, ya que para la mayoría de la opinión pública, son considerados de ´monstruosos´ cuando el NNA es víctima de la violencia sexual y más aún, en tiempos de pandemia y confinamiento. “Contamos con un equipo interdisciplinario, que brinda la atención de estos casos. Al existir casos de violencia sexual, procedemos la evaluación con otros expertos (fiscales, psicólogos y ginecólogos forenses), que acompañen a la víctima en su investigación y apoyo. Al NNA vulnerado sexualmente, le brindamos protección. Hay muchos tabúes sobre estos temas (y en realidad, les afectan). A veces, los familiares caen en responsabilidad y recaen acciones legales. Tenemos tres indicadores en el NNA, como víctima sexual: 1) Conductuales (aislamiento social, silencio, ausencia de amigos, cambios de conducta, expresión de rechazo, tendencias suicidas) 2) Emocionales (tensión, miedo, descontrol con los esfínteres, pesadillas, alejamiento, retraimiento, baja autoestima, alteración del sueño, paranoias, llantos extraños) 3) Físicos (el abuso sexual –sin existir penetración–, tocar el cuerpo de la víctima, empleo de expresiones verbales y simbólicas)”, destaca García.
Se hace necesario crear vínculos afectivos y comunicativos con los niños/as y adolescentes.
“Madres y padres estén alertas con el comportamiento de sus hijos. Al observar un comportamiento extraño en ellos, hay que actuar de inmediato. Por esa razón, insisto en la formación y en el empoderamiento de las comunidades y las familias. Deben intervenir y denunciar en los órganos competentes”, concluye.