«El biopolímero me destruyó la vida»

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Noticias-Kikiriki.- Rosa Angélica Parra, comerciante marabina, comenzó a ver   ulceraciones en su piel  tres meses después de haberse inyectado en una estética en el segundo piso de Galerias Mall. La fina aguja que le atravesó los glúteos con un coctel de supuesto colágeno y otras vitaminas le cambió la vida. Sus manos y pies se inflamaron  y sus piernas se endurecieron como una roca.

Sesenta y cinco centímetros cúbicos  de aquella sustancia bastaron para borrarle por completo las ganas que tenía de reafirmarse los glúteos. Pagó 5.500 bolívares el 6 de febrero de 2013 por el “tratamiento de belleza”.

La mujer, de 32 años, se  complicó y comenzó a tener dificultad para respirar; los pulmones le dolían. Al hacerse varios estudios de laboratorio y una resonancia magnética se dio cuenta que su sangre estaba infectada por biopolímeros. Los síntomas que sufría se debían  a que el líquido que le habían inyectado “bajo engaño” estaba siendo rechazado por su o rganismo.

Las mejillas y el mentón le cambiaron de tamaño. “Me veía al espejo y no me reconocía, me destruyeron la vida por completo”, asegura la víctima.

Rosa recuerda perfectamente  la tarde en que “le dañaron su cuerpo”. Prefiere olvidar ese capítulo de su vida, pero “son huellas que quedaron para siempre en mí”.

“Acudí al consultorio para reafirmarme los glúteos. Me dijo que me inyectaría colágeno y quedaría como una ‘miss’. El tratamiento me lo aplicó en 45 minutos, porque en el centro comercial se fue la electricidad en el momento que me estaba atendiendo y hasta buscó una linterna para terminar”, contó.

Sobre los riesgos de este procedimiento, la médica cirujano especialista   en medicina estética, Mary Amado, explica  que en los casos menos graves, el biopolímero se transforma en gel o en pelotas de silicón duro, que deforman la piel.

“El biopolímero  no se reabsorbe, por lo que el cuerpo la encapsula”, dice.

En otros casos, la sustancia puede  “viajar” por los vasos sanguíneos y localizarse en otro órgano distinto al cual fue inyectado. “Es tan dañino para el organismo que puede provocar deformidad,  mutilación e infección en cualquier parte del cuerpo”, detalla.

Rosa Angélica Parra tiene dos años con biopolímero en su sangre. Los efectos de la sustancia las siente “a cuenta gotas”. Aparecen lentamenente  los síntomas pero con fuerza.

El médico cirujano Daniel Slobodianik  asegura: “Las secuelas de biopolimeros son en el 100% de los casos, unos mas leves que otros, y pueden tardar hasta 30 años en aparecer”.

La víctima se enfrenta a dos batallas: la legal para ganarle la demanda a la doctora que le inyectó la sustancia y así ser indemnizada y la otra; la psicológica para poder asimilar que los daños ocasionados son irreversibles.

“No tengo el suficiente dinero para poder operarme y minimizar los riesgos que contraje con ese tratamiento. He ido varias veces hasta el consultorio de la doctora que me inyectó para que responda por lo que me hizo pero no da la cara. El caso lo tiene la Fiscalía  5”, dice a PANORAMA.

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