Noticias-kikiriki.- De entrada “Amor de Vinilo” (Juliet, Naked) no es una comedia romántica más. Con mucho humor negro cuenta las vidas de seres insatisfechos con sus existencias que buscan, directa o indirectamente, cambios en sus vidas. Este relato bien contado busca que la gente supere ese estancamiento y tristezas propias durante las crisis de pareja.
La sinopsis se centra en la vida de Duncan, un aburrido profesor de análisis de cine y televisión, que vive desde hace quince años con su novia Annie, con quien no ha querido formar una familia legal con hijo incluido. Sin embargo, este catedrático ha vivido obsesionado con una cosa: la vida y leyenda del músico Tucker Crowe, un rockero de culto de principios de la década de los años 90, quien al alcanzar lo más alto de su fama, con miles de seguidores y admiradores, desapareció luego de un concierto para nunca volver a los escenarios o a la luz pública.
Duncan ha convertido el departamento de su pareja en un rincón de culto del músico, dedicándose a mantener una página sobre la música y vida de Crowe. Cuando Annie decide escribir una reseña negativa de un disco de canciones perdidas del rockero, la pareja entra en un conflicto que los impulsa, con cacho de él incluido, a separarse. Pero esta reseña ha sido leída por el propio Crowe, quien contacta a la chica y establece una especial conexión con ella, conociéndose posteriormente y por ahí se va este relato.
Parece algo más de lo mismo, pero el acierto de este filme es el guión que se centra más en los errores que cometemos los humanos en nuestras relaciones de pareja, familiares y de amistad, tratados con mucho ironía en al algunos casos, pero dramáticas en otros.
También cala la acertada dirección de Jesse Peretz, quien realiza un trabajo poco convencional en el género romántico, contando con actuaciones convincentes y muy naturales de Rose Byrne, Ethan Hawke, Chris O’Dowd y Megan Dodds… No importa que el final sea el convencional, la cinta trata de la vida misma pero con un humor inteligente.