Somos lo que comemos, dice un dicho. Por eso, no debería extrañarnos que los alimentos que consumimos tengan un impacto en nuestra piel.
Aunque su estado dependa también de otros factores, como la exposición a la radiación solar, hay que llevar buenos hábitos alimenticios. Por ejemplo, es importante saber que el azúcar afecta al colágeno, lo que aumenta el riesgo de aparición de arrugas y líneas de expresión.
La sal provoca retención de líquidos, lo que genera inflamación. Esta acción daña las células de la piel, por lo que se ve menos elástica, según un estudio de la Fundación Española del Corazón (FEC).
Los alimentos procesados tienen alto índice glucémico, es decir, elevan el nivel de azúcar en la sangre. Una reducción en su consumo disminuye el acné, asegura un estudio de la Academia Americana de Dermatología.
Las frituras tampoco le hacen bien a tu piel. Este tipo de alimentos elevan el nivel de colesterol en la sangre y tienen un efecto oxidativo en el organismo.
La cafeína puede agravar los casos de acné. Evita consumirla en exceso e incrementa la ingesta de agua cuando tomes esta bebida, recomienda la Escuela de Harvard de Salud Pública.
Los snacks procesados no le hacen ningún favor a tu piel. Aportan azúcar y sodio y estos favorecen la retención de líquidos, según el Laboratorio de Salud Pública del Ayuntamiento de Madrid.
limentos con edulcorantes artificiales, colorantes y conservantes pueden favorecer la aparición de brotes en la piel, más aún si es que eres alérgica, sostiene la Universidad de Sheffield (Inglaterra).
El alcohol es una diurético natural que propicia la deshidratación de la piel. Sus efectos se observan en forma de ojeras y bolsas en los párpados inferiores.
Los mariscos concentran yodo. Si eres alérgica a este componente, puedes presentar brotes en el rostro por una acumulación en el tiempo.
Los almidones (como el pan blanco, pastas y pasteles) tienen alto índice glucémico, es decir, elevan el nivel de azúcar en la sangre, de acuerdo a un estudio realizado en Australia.