Calendario del fútbol venezolano se pondrá acorde con Suramérica
(Noticias Kikirikí).-Desde hace unos cuatro años estaba abierta la discusión sobre la adecuación del calendario del fútbol venezolano al del resto de los países de Suramérica. Jugar el Torneo Apertura de agosto a diciembre, cuando culminaba el año, y el Torneo Clausura de enero a mayo, cuando comenzaba a deshojarse otra primavera, era un contrasentido no solo temporal, pues iba a contracorriente de lo que ocurría en esta parte del mundo, donde los torneos se inician en enero y culminan en diciembre.
La razón de que en Venezuela fuese distinto se debe a que la dirigencia pionera del fútbol nacional copió el calendario de las ligas europeas. Desde 1957, el fútbol nacional se juega como en España e Italia, pero con formatos que han ido cambiando a lo largo de los años.
La desaparecida Liga Profesional probó todos los calendarios habidos y por haber. Se jugaron campeonatos largos a la europea, con equipos divididos en grupos, con playoffs como en el beisbol y desde 1996 se dividió el campeonato en dos fases: Apertura y Clausura, que ha sido el más exitoso y estable de todos los que se probaron.
Bajo ese formato, han florecido a lo largo y ancho del país equipos con raíces propias en primera y segunda división; Venezuela dejó de ser un país netamente importador de futbolistas para convertirse en exportador de talentos, como Juan Arango, Salomón Rondón, Josef Martínez o Tomás Rincón, formados todos en nuestro país; y desde el 96 se acabaron las antiguas luchas dirigenciales que ponían en jaque la conclusión de los torneos, con querellas tribunalicias como la de Marítimo, que acabó con la Liga Profesional en 1995 y condenó al acorazado rojiverde a la desaparición.
Iniciar en enero tiene varias ventajas. La primera es de carácter fiscal y ayudará a los equipos a gestionar mayores recursos por concepto de patrocinio. Las empresas públicas y privadas ejecutan sus presupuestos a partir de enero. Ahora podrán firmar contratos anuales y cumplir con sus obligaciones antes de cerrar cuentas en diciembre.
En lo deportivo, no ocurrirá el despropósito de que el equipo que gana el Apertura o el Clausura, tiene que esperar casi un año para disputar la Copa Libertadores, con el riesgo de que el equipo se desarme y llegue a la competencia sin el impulso económico ni la plantilla jugadores que le dieron el campeonato, como viene ocurriendo.
Reducir o aumentar el número de participantes en primera división no es un tema que está en la agenda de reuniones de la asamblea de equipos, pero es el momento de debatirlo. La expasión del a 18 equipos tuvo un fin democratizador. Después de la Copa América 2007 había que darle uso a los nuevo estadios edificados para el torneo, y resultaba inconcebible que Maturín, Cabudare o Puerto La Cruz se quedaran sin equipos en primera. Pero la nueva realidad económica del país obliga a revisar ese objetivo, para que el fútbol nacional sea sustentable. La verdad, sin embargo, es que jugar con 18, 16 o 12 no hará el torneo más rentable, si los equipos no resuelven sus problemas para mercadear, jugar en canchas apropiadas y seguras, y acordar topes salariales para evitar la pugna a billetazos por los talentos.