(Noticias-Kikiriki).- La respuesta violenta de las autoridades ante los disturbios por la muerte del joven afronorteamericano Michael Brown despierta hoy un debate sobre las consecuencias de la militarización policial en Estados Unidos.
Así lo considera el periodista David Brooks, corresponsal del diario mexicano La Jornada, quien en la edición de este jueves se refiere a la muerte de Brown a manos del agente Darren Wilson el pasado 9 de agosto, un hecho que provocó fuertes protestas en Ferguson, ciudad del estado de Missouri.
El procurador general de la nación norteña, Eric Holder, arribó la víspera a la localidad por órdenes del presidente Barack Obama para supervisar la investigación federal sobre la muerte del joven.
Sin embargo, advierte Brooks, el hecho ha captado la atención nacional e internacional no solo por las pesquisas sobre el fallecimiento de Brown, sino por la presencia de fuerzas de seguridad pública equipadas y capacitadas como si fueran un ejército de ocupación.
El fenómeno de la militarización en la policía, señala, se ha acelerado desde que se declaró la guerra contra el terrorismo a partir del 11 de septiembre de 2001, y es visible con las operaciones de unidades esencialmente paramilitares llamadas SWAT en la gran mayoría de las ciudades.
Con la declaración de la guerra contra el terrorismo se intensificó la militarización de las fuerzas de seguridad civiles, hasta el punto en que el mismo armamento empleado en las guerras de Irak y Afganistán ahora está desplegado en las calles de Estados Unidos, advierte el periodista.
Brooks cita una investigación de la Unión Americana de Libertades Civiles, según la cual en 1990 el Departamento de Defensa fue autorizado a entregar equipo militar excedente a policías locales, estatales y federales con la justificación luchar contra las drogas, y en 1997 se amplió el plan para incluir esfuerzos antiterroristas.
Después del 11 de septiembre no sólo se continuó el programa de traslado de material bélico, sino que el Departamento de Seguridad Interna empezó a ofrecer fondos a policías locales para la compra de armas y dispositivos de uso castrense, apunta.
Hasta la fecha el organismo ha distribuido más de 34 mil millones de dólares en estos fondos con los cuales agentes locales han comprado desde rifles de asalto hasta drones, transportes y tanquetas blindadas y artilladas e, incluso un tanque, según un estudio del Centro para el Periodismo de Investigación.
La militarización de la policía es una creciente amenaza nacional. Si el Gobierno no actúa para detenerla, el futuro de la seguridad pública en todas partes se verá muy parecido al de Ferguson, consideraron los investigadores Elizabeth Beavers y Michael Shank, mencionados en el trabajo de La Jornada.