Donald Trump nunca fue mánager de Mike Tyson, el rey de los pesos pesados en los 80 y primeros 90 -ese puesto correspondía a Don King-. Pero fue un importante promotor de sus combates. Tras el éxito del Mike Tyson-Michael Spinks organizado por Trump en Atlantic City, donde el magnate tenía importantes intereses en hoteles y casinos. Donald pretendía que Tyson convirtiera Atlantic City en la sede principal de sus combates, pero la sentencia echó por tierra aquel negocio.
Pero Trump y Tyson mantuvieron una relación intensa, que se ha visto correspondida ahora por el apoyo del ex boxeador al candidato electoral. Muestra de la confianza que tenía en él es la anécdota, previa al juicio por violación, narrada por Timothy L. O’Brien en su libro «Trump Nation»: Cierto día, Mike irrumpió en el despacho de Trump con una revista en la que aparecía su esposa, Robin Givens, en el yate de Donald. Y le preguntó airado «¿Te estás tirando a mi mujer?». Trump le respondió: «Esos rumores me fastidian. Ella es tu mujer. Ella está contigo. Ella es leal. Son sandeces. Es falso. Te doy mi palabra». Y Mike aceptó su palabra y, cansado, se echó a dormir en un diván de la oficina de Donald… Tiempo después Tyson y Givens, casados de 1988 a 1990 se divorciaron. En el proceso, Givens alegó violencia doméstica.
Howard Stern, preguntado por las declaraciones machistas en su programa, fue escueto: «Así es Donald».