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Iván Escobar ha elevado el sitial de la danza tradicionalista en Vargas

Noticias-Kikiriki.- La práctica de la danza tradicional ha ganado espacio en el estado Vargas, en el litoral central del país, gracias a personas como Iván Escobar, cultor carayaquero de pura cepa, de 46 años de edad, quien desde muy niño se escapaba de las prácticas del béisbol para bailar tambor en el pueblo de Tarmas, a escondidas de su padre.

Es hijo de Francisco Elías Escobar, un artista plástico que soñaba con verlo convertido en un pelotero profesional, y de María Madera, costurera de oficio.

Iván es el tercero de los siete hermanos de este matrimonio de origen humilde, proveniente de familias en las que el cuatro, las maracas, el tambor y el arpa formaban parte de lo cotidiano.

Ya a los 11 años era famoso en su escuela, donde todos los años lo buscaban para que bailase La Burriquita. Desde entonces, ha sido La Burriquita de Carayaca, la más antigua de Vargas, reconocida como patrimonio cultural inmaterial de la entidad.

De actitud siempre optimista, perseguidor de sus sueños, a los 16 años conforma con un hatajo de amigos una agrupación de baile urbano, pero pronto sintió su inclinación hacia la danza tradicional.

“Me gustaba estar metido en una parranda, en una misa de aguinaldo, tocando tambor y parranda hasta el amanecer. Mi lugar es en los velorios de Cruz de Mayo, en el canto de fulía, en los toques de tambores en Tarmas”, confesó este empedernido san juanero.

Hacia la danza tradicional

El 21 de mayo 1992 funda Danzas Don Pablo Hidalgo, a través de la cual se inicia en el baile nacionalista. “Estábamos entre Caracas y Vargas. El único varguense era yo, pero al tiempo me traje al grupo para Carayaca, donde pasé de bailarín a coreógrafo”, relató.

El crecimiento de esta agrupación le llevó a la necesidad de formarse académicamente, consciente de que era importante conocer las bases de lo que ejecutaban de manera empírica. Decidió entonces acudir a la Fundación Bigott, en donde recibió clases de danza tradicional por parte de la cultora portugueseña Jóvita Nieto, y de percusión con el destacado músico y compositor caraqueño José Ismael Querales.

“Recuerdo que el maestro Querales nos decía: ‘Si ustedes quieren aprender a bailar, bailen con cultores, no bailen con profesores que uno conoce por ahí’. Eso me indicó que estaba por buen camino”, dijo Escobar.

Quizá sin saberlo, ya venía recabando un valioso bagaje de conocimientos, producto de un trabajo empírico de investigación que lo llevó a recorrer casi todo el país para aprender las distintas manifestaciones dancísticas. De allí se consolida su inclinación hacia la danza tradicional, la cual fue difícil de introducir en tiempos en que imperaba la nacionalista.

“Yo venía con una propuesta de danza tradicional y no me permitían participar. La danza nacionalista está ligada a otras expresiones dancísticas, generalmente extranjeras, pero más nacionalista es la danza tradicional, porque es la que se baila como la baila el pueblo y no se modifica nada. Esa me gusta más. Así que me puse la máscara de danza nacionalista y, al final de cada presentación, metía una pieza de danza tradicional”, explicó.

Gradualmente fue invirtiendo la tendencia hasta que logró el reconocimiento y respeto por su trabajo, y se ha convertido en una referencia. Ha logrado que dos de sus alumnos se hayan enrolado en el estudio de danza en la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte) y uno pertenezca a la Fundación Compañía Nacional de Danza de Venezuela.

Escobar aboga por la apertura en Vargas de un núcleo de la Unearte y por la construcción de un ateneo para albergar todas las manifestaciones culturales del estado.

Tras la meta

Convencido de que todos debemos superar los obstáculos para hacer los que nos gusta, hace 10 años creó Danzas Tradicionalistas Raíces de mi Pueblo, con la cual empezará a trabajar no solo con niños y niñas, sino con jóvenes y adultos mayores.

“La sociedad nos marca, nos limita, nos hace andar un tiempo acelerado y no nos deja bailar. Sin embargo, hay que sobreponerse para no dejar de ir hacia donde queremos”, comenta Escobar, quien ha tenido que zigzaguear entre ser mecánico, padre de familia y cultor.

Confiesa estar enamorado de la danza y de su mi familia. «Por suerte, he logrado incorporarla en lo que hago. Ellos me han apoyado”, agradeció este amante de la danza y la música venezolana.

“Venezuela es joropo, joropo más que tambor. Tenemos joropo andino, carabobeño, central y llanero, oriental y guayanés. Cada joropo, desde el oriente hasta el occidente, se baila diferente y debemos rescatarlo, porque hay cada vez menos gente tocando arpa. Nosotros lo bailamos mostrando la belleza de la manifestación, no del vestuario, ni del cuerpo semidesnudo”, afirmó.

Cuenta que en las partes altas de Carayaca, en La Peñita y El Hondón, aún se toca el joropo, uno con acordeón que tiene una influencia alemana. “La gente pensaba que la cuereta y el acordeón solo se usan en algunos estados orientales, pero aquí tenemos joropo del bueno”, afirmó.

Rescate de La Burriquita

Hace siete años, Escobar creó la Fundación Joi Soo, sonido onomatopéyico que proviene del estribillo de La Burriquita. Su objetivo es rescatar este baile de origen oriental en todas las parroquias del estado, por lo cual ha empezado a llevar a sus alumnos al Encuentro Nacional de Burras y Burriquitas que se realiza todos los años en San Casimiro, Aragua.

“Hace más de 30 años que se nos murieron los cultores que hacían este baile en Naiguatá y Carayaca. Ahora estamos impulsando nuevas burras en Naiguatá, Caruao, Catia La Mar, Caraballeda y Carayaca, y esperamos que estas se perpetúen en el tiempo”, aspiró.

En el Día Internacional de la Danza, que se celebra este miércoles, se exalta la labor de todos los danzantes que como Iván Escobar se han empeñado en superar todos los obstáculos y han convertido la danza en un hecho de orgullo para todos los venezolanos.

Este miércoles, Escobar participará en una muestra dancística que se realizará en el Complejo Cultural Cruz Felipe Iriarte, en Maiquetía, a las 4:00 de la tarde. Es un evento organizado por el Sistema Nacional de Culturas Populares y el Gabinete Ministerial de la Cultura en Vargas.

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